Israel Martínez
Revista Registromx
No son las “mejores” bandas; eso de “mejores” incluso
debería dar pena en un contexto anti-jerárquico como supondría ser la escena
punk-hardcore (y digo punk-hardcore y no sólo punk porque, en México, salvo muy
pocos que tuvieron la edad y el tino para dar con esta manifestación a inicio
de los ochenta, todos los que pasamos por el “movimiento”, crecimos bajo la
influencia de la fusión del punk con el hardcore, una música rudimentaria más
acelerada y con letras menos abstractas y totalmente socio-políticas, pero sí
son algunas de las más representativas y que, sobre todo, tuvieron influencia
no nada más en su propia escena, sino en la cultura alternativa popular de
finales de los ochenta e inicio de los noventa en México, inspirando a miles de
jóvenes para hacer sus propias agrupaciones musicales, fanzines, colectivos y
otros esfuerzos de expresión ante una sociedad condenada a la muerte en vida.)
La historia de la música punk-hardcore, en la mayoría de los
casos, es una historia errática, más aún en México, un país que deambula entre
la incertidumbre y la decepción constante. No existen las trayectorias
fructíferas, la cristalización de proyectos, la posible “madurez”, a menos que
hablemos de leves excepciones. Pareciera que el camino de cualquier propuesta
que emparente con el punk hardcore tiene que ser efímero, un “adrenalinazo”;
posiblemente tiene que ver con que casi todos entramos muy jóvenes y es
demasiada energía y hostilidad la que se despliega. A los veinticinco años,
promedio, la mayoría se sienten jodidos, cansados, decepcionados, viejos, son
unos Veteranos Prematuros.
Cuatro agrupaciones, más otras cuatro, de punk-hardcore
mexicano nos ayudan a entender parte de esta condición errática:
Solución Mortal
“La leyenda continúa”, 1994, Guadalajara, el Éxtasis, un
salón que previamente fue tabledance. Solución Mortal visita por primera vez la
Perla Apatía desde Tijuana, después de una década de su inicio y de sus mejores
conciertos en California, compartiendo escenario con grupos como Dead Kennedys
o B.G.K., por citar sólo algunos. En poco más de diez años han cambiado de
integrantes, incluso por un lapso hubo un cantante que suplió al co-fundador y
voz icónica del grupo, Jorge Lezama. También en este decenio no pudieron
publicar un solo trabajo discográfico en estudio, un álbum es decir, apenas
circularon algunas cintas como un directo en Estados Unidos de 1985 y el
conocido “Live at Iguanas” de 1989, por cierto, éste último con un nivel altísimo
de propuesta y ejecución, posiblemente jamás alcanzado por otro grupo de la
vieja guardia mexicana, un sonido hardcore – crossover afiladísimo. Temas como
“Miles de emigrantes muertos”, “Depresión” o “Ni un amigo” eran canciones que
memorizaban cientos de punks por varios puntos del país, escuchando éstos y
otros tracks en grabaciones de mala calidad y cintas copiadas en casa.
Solución Mortal fue parte del chispazo inicial de la escena
en la frontera mexicana; por ahí hubo otros grupos como Mercado Negro, pero ni
una que penetrara tanto en el ánimo de los jóvenes de ésta parte del país como
la banda de los hermanos Lezama. Musicalmente fue la agrupación que mejor
materializó su propuesta en los ochenta e inicio de los noventa. En la Ciudad
de México impactaron la escena con sus presentaciones en eventos como Caos
Urbano en la segunda mitad de los ochenta o en el Ex Balneario Olímpico de
Pantitlán en 1994, ese mismo año llenaron el Éxtasis de Guadalajara e hicimos
uno de los slams más poderosos que se hayan visto en la ciudad. Sin embargo,
nunca pudieron trasladar esta energía en una óptima grabación. Su primer,
digamos, álbum llegó hasta los últimos años de los noventa, “Al filo del
abismo” fue su nombre, y fue publicado en casete y CD por Discos Suicidas,
sello español que por esos días también firmó al entonces novedoso grupo de
hardcore – niu metal Desarmador.
“Al filo del abismo” no refleja ni la mitad de lo que fue
Solución Mortal en sus periodos anteriores. El trabajo, si bien grabado de manera
profesional en estudio, nos muestra una banda mucho más lenta y un poco sosa en
la ejecución de los riffs, como si hubieran desaprendido lo aceitado que había
sido “Live at Iguanas”. No estoy seguro de qué pasó con el grupo entrando el
nuevo milenio, pero volví a ver invitaciones a conciertos de ellos hasta 2007
aproximadamente. Jorge y Alan Lezama, junto con otros dos nuevos integrantes,
desde entonces han pasado por pequeños bares hasta conciertos masivos en la
zona fronteriza, su sonido es más similar al tempo y rasgueo de “Al filo del
abismo” que “Live at Iguanas”, pero el ánimo de gritar con ellos sus temas que
formaron a varias generaciones del punk-hardcore los ha llevado a regresar, por
ejemplo, al Estado de México o Querétaro, en algunos festivales que reúnen a
dinosaurios de la escena.
Hace un par de años BamBam Records publicó un vinilo que
compila temas en vivo, de “Al filo del abismo” y otras grabaciones. Sin duda un
buen documento, pero lo más afortunado sigue siendo escuchar “Live at Iguanas”,
el punto más pleno de esta venenosa agrupación que nos compartió un poco de la
entonces más avanzada escena del país: la de Tijuana.
Massacre 68
Nunca un grupo en México ha sido tan potente, inmediato y
frontal como Massacre 68, la banda por antonomasia del punk-hardcore de la
capital del país. Su música, sus conciertos y toda su trayectoria es como un
doble expreso: breve y “levanta muertos”, no hay más.
Fundado por una alineación que se transformó al poco tiempo,
hay que decir que posteriormente July en la batería, Pedro en el bajo, Chompis
en la guitarra y el monstruoso Aknez en los gritos (sin duda uno de los
frontman más enérgicos y rabiosos del hardcore en el planeta) fueron
catalizadores de una de las escenas más conflictivas y paradójicas del mundo,
ya saben cuál. “Víctima del vicio” gritaba Aknez a sus numerosos seguidores por
el D.F. y el Estado de México, no todo era “hacerle la barba” a los que la mona
ya les había madreado la mitad del cerebro. De esta manera, Massacre 68 fue
convirtiéndose en el grupo con mayor respuesta e influencia en el movimiento
capitalino, porque no es lo mismo estar que influir; para estar, estuvieron
muchos, pero para generar retroalimentación con el público muy pocos, y
justamente esto fue lo que catapultó y asesinó a Massacre 68: el violento
diálogo con su público.
1987 – 1991, cinco años, un periodo mediano, lo suficiente
para publicar el vinilo “No estamos conformes” (1990); la grabación es precaria
pero al paso del tiempo es un sólido documento. Los riffs de algunos de sus
temas son idénticos a los de algunos grupos finlandeses e ingleses de los
ochenta; el tema “Malditos candidatos” es un cover de Ohlo Seco y pocos lo
saben – esto era bastante habitual en la época y no sólo en México, escuchen a
Kortatu y luego a U.K. Subs o Stiff Little Fingers y encontrarán plagios a
descaro de Fermín Muguruza y su pandilla – pero la forma tan machacante de
ejecutar cada uno sus instrumentos y los berreos de Aknez, hicieron que este
álbum sea, simplemente, único e influyente.
Massacre 68 recorrió todo el Distrito Federal y el Estado de
México. Tan sólo visitó pocas ciudades en este período, fue una banda totalmente
concentrada en las preocupaciones de la
escena y el contexto de esta zona del país. En la memoria de muchos, siempre
estará la forma tan impresionante de compartir escenario con La Polla Records
en el LUCC y el Ex Balneario Olímpico. A Guadalajara fueron a dar uno de los
conciertos más apreciados por la primer generación de punks de la ciudad en
1990, en el Bodegón de la colonia del Fresno.
A inicio de 1991 el grupo se desarmó, en pleno momento de
crecimiento, con un puño de nuevas rolas en las que su hardcore sonaba más
personal, aún más potente y, aunque parezca extraño, fino. También habían hecho
excursiones un poco torpes en el ska, pero ya era bastante plausible en un
contexto tan raquítico de calidad musical dentro de la escena punk-hardcore mexicana.
Massacre 68 se separó en su mejor momento y cuando tenían que dar el siguiente
paso. En 1994 se juntaron en una atropellada tocada que, según una nota
publicada en la revista Banda Rockera, el Aknez una vez más careó a un público
con más resistol que neuronas en la cabeza, cual debe ser: increpando,
sacudiéndolos. Esto mismo se repitió diez años después en Guadalajara, en su
concierto de regreso (con un nuevo integrante) en el foro Las Vías, al inicio
cientos de personas felices de escucharlos en vivo, pero después de que Aknez
no se pusiera a dar discursos que solapaban al público el ambiente comenzó a
tornarse hostil.
“Zonas marginadas” es el nombre del posible segundo álbum de
Massacre 68, hasta donde tengo entendido se hicieron algunas tomas en estudio
hace tan sólo unos años, pero cuestiones de comunicación de los integrantes han
impedido, o impidieron, que viera la luz, mientras tanto Aknez publicó un
acetato de doce pulgadas de una grabación en vivo en Aguascalientes, así como
un siete pulgadas con un par de temas ska y un discurso cantinero que tenía
ganas de aventarse sobre el grupo, la escena y la amistad. Nunca después una
banda tan catártica como Massacre 68: ¡no lo olvidaré!
Atoxxxico
Los Atoxxxico son bien conocidos por un amplio público tras
ser mencionados en la famosa rola “La chica banda” de Café Tacuba. Esto no es
gratuito, a finales de los ochenta e inicios de los noventa, la escena
punk-hardcore en muchas ciudades del país y, sobre todo en la capital, era
bastante numerosa e influyente en los jóvenes que deseaban salir del matadero
al que te conduce el sistema educativo y social. No en balde grupos como los
que estoy abordando, en sus respectivas ciudades, trascendieron de la escena
punk-hardcore a un perímetro más grande de la sociedad, insertándose como
provocadores de una cultura alternativa, de un llamado al cuestionamiento y la
reflexión.
Por supuesto que mientras ellos hacían esto, la gran mayoría
de sus seguidores se daban de madrazos y se metían cuanto enervante tenían en
frente, pero bueno, a la larga la escena punk-hardcore no podría ser ella misma
sin el vicio y la violencia. A la par de todo esto, Atoxxxico tocaba
increíblemente bien, así, sin falla. El Warpig le pegaba durísimo y de forma
creativa a los tambores, además de gritar perfecto para el estilo que
promulgaba la banda en sus grabaciones, el Thrasher proponía unas figuras en el
bajo que del hardcore se iban al funk y otros géneros menos planos, Edson rasgaba
con marcada influencia del metal, de forma precisa y rápida, lo que hacía que
Atoxxxico fuera muy dinámico, mientras que el Rolo daba de saltos por todo el
escenario con unos picos de casi un metro en la cabeza.
Su EP salió casi inmediatamente después de su formación en
1987, el título fue “Punks de mierda”, con dedicatoria, una vez más, a la
autodestructiva escena capitalina, aunque también en provincia le quedaba el
título a más de uno. Su álbum no salió a la calle sino hasta 1990, cuando el
grupo estaba totalmente consolidado y habían tocado no sólo por todo el D.F. y
el Estado de México, sino también en algunas otras ciudades. En Guadalajara
estuvieron desde 1989 y luego ya en 1993 con el famoso Mosh en los gritos, en
vez del Rolo. El nombre de su álbum es “Tú tienes la razón”, con un bebé en la
portada y, posiblemente, la mejor grabación plasmada en un acetato de
punk-hardcore mexicano de esa época, al día de hoy suena con buena calidad.
Recuerdo que en la Banda Rockera leía a menudo que el grupo
se había separado por ahí de 1992, pero luego aparecían en palomazos y tocadas.
Un año después fueron a California a dar algunos conciertos con el Mosh
aplastando el escenario, luego éste le dejo su posición a Paulino, otro buen
gritante, y con quien el grupo cambió de género y de nombre, llamándose
Cáustico e integrándose al entonces novedoso sonido neoyorquino del hardcore,
algo demasiado avanzado para nuestras cabezotas, que seguían atoradas con Sex
Pistols y Eskorbuto.
Para 1996 escuché a Cáustico en el Roxy de Guadalajara,
todos pedíamos Atoxxxico, nos mentaron la madre durante todo el concierto,
Paulino nos dedicó una rola de Black Flag, dijo “para una escena que está
muerta, el punk”. El caso de Atoxxxico es, como el de muchos iconos de esta escena,
un final con coraje hacia un movimiento que promovieron y apadrinaron. Pero
nadie es inerte ante la nostalgia y algunos años después hubo nuevas y breves
versiones del grupo, aunque nunca igual que su lapso de 1987 a 1994. En el
concierto de Gatillazo en Guadalajara en 2011, el Thrasher se subió con otros
dos integrantes nuevos y presentaron una versión bastante desafortunada de
Atoxxxico; por su parte el Warpig ha hecho carrera aparte como baterista de
Lost Acapulco y es conocido por la radio, blogs y otras redes de comunicación,
sobre todo en el centro del país.
A últimas fechas, Thrasher sigue presentándose bajo el
nombre pero de nueva cuenta con Rolo al frente, con el único fin de pasar un
buen momento recordando lo que fue el grupo más creativo del punk-hardcore
mexicano y aquel que tocaba en el momento en que el bato de Café Tacuba le dio
su amor a la chica banda: el Atoxxxico.
Sedición
Los Sedición, o el Sedición – como le dicen en el centro del
país – desde Guadalajara, eran comandados por un activista de la escena en el
occidente de México: el Sapo Vengador, quien introdujo el punk en la cultura
local a través de su programa Submisión, desde 1984 hasta 1994 transmitido por
Radio Universidad de Guadalajara, un espacio además de musical, lleno de
reflexión política y social. Sedición fue un grupo que rápidamente se posicionó
en casi todo el país, la razón es muy sencilla: fueron posiblemente el último
grupo de la “época dorada” del punk-hardcore mexicano y supieron absorber la
energía y experiencia de grupos como Histeria, M.E.L.I. y Massacre 68, para
generar un discurso propio caracterizado por letras más críticas y propuestas
de talante positivo.
En 1989 salió su primer álbum en acetato, “Extintos”, uno de
los primeros LP’s de hardcore mexicano, sólo después del de SS-20 (quienes
apoyaron al grupo para imprimir este trabajo). A leguas se nota el papel del
gritante como compositor, pues si algo distingue musicalmente a Sedición es lo
“pegajoso” de la relación riff-grito-letra. Como muestra: “Líderes”, “Miedo a la
libertad”, “Pecadores”, la misma “Extintos” y “Punks contra el sistema”, temas
representativos de la escena de finales de los ochenta, fácilmente
memorizables.
A diferencia de los grupos capitalinos, se notaba la
“idiosincrasia provinciana” en el trabajo de Sedición, por supuesto, como en la
obra de otros contemporáneos como Disolución Social, Sin Razón Zoocial,
Aquelarre o Atheos. Una propuesta menos ajetreada pero por igual puntiaguda. En
1990 esto comenzó a hacerse más notorio en “En las calles”, segundo álbum en
acetato que proponía hacer de la escena punk-hardcore algo más abierta y
tolerante: “estamos creando una sociedad igual a la que tanto repudiamos”,
enunciaba un texto en la contraportada del vinilo. Temas como “Apartheid” y
“Mundo frío” comenzaban a trazar una línea melódica que Sedición exploró
posteriormente, además, tras su aparición en el concierto con La Polla Records
en el Ex Balneario Olímpico, reseñas en varias partes del mundo y conciertos
cada semana por varias ciudades, se posicionaron como una de las bandas más
populares e influyentes de la escena punk-hardcore mexicana.
Es justo decirlo, la diferencia con Sedición fue hacer una
trayectoria más compleja, por supuesto con altas y bajas, pero que podemos leer
al día de hoy a través de sus seis álbumes y una grabación en vivo, es de los
pocos grupos mexicanos que se pueden criticar con material publicado y no sólo
desde supuestos. En 1991 lanzaron “Verdaderas historias de horror”, uno de los
primeros álbumes de punk-hardcore melódico en México, quizá influenciados por
la primera faceta de Bad Religion y otra rama de grupos en esa vertiente. Más
coros, más melodía, mejor pluma y reflexión en las letras, fue éste el momento
álgido de Sedición, compartiendo escenario con Eskorbuto, con los Cramps, con
Negu Gorriak y partiendo en 1992 a España para dar una decena de conciertos y
ser uno de los primeros grupos no sólo punks, sino en general, de México
tocando en Europa (incluso antes de la primera gira de la Maldita Vecindad).
Aquí es donde justamente iniciaron los problemas, y es que
la banda jamás pudo reintegrarse después de sus dos visitas a España (la
segunda en 1998), al querer proponer una escena abierta al diálogo, incluyente,
crítica, comunicativa, no, el punkhardcore jamás fue así en México, quizá ni en
otras partes del mundo, y a los Sedición, como a los Massacre 68 y los
Atoxxxico, les llegó su momento de desagradar a sus miles de seguidores por
incitarlos a pensar y no sólo actuar como zombis. En 1994 Sedición sacó su
cuarto disco: “En el vientre de concreto”, casete y CD (uno de los primeros
trabajos punk-hardcore del país publicado en este último formato), con una gran
paradoja, por primera vez la banda entró a un estudio con presupuesto y tiempo
disponible pero la mezcla final fue muy desafortunada, haciendo sonar al grupo
en un extraño limbo de punk pop, a pesar de tener buenas composiciones.
Sedición se desbandó en 1995, aunque sólo por un par de años.
Si bien “Extintos” y “En las calles” son sus álbumes legendarios,
es meritorio aportar que “Bajo la piel” (1997) es su disco mejor logrado, con
una nueva alineación y con una tendencia más asociada al hardcore – crossover,
aunque también con temas punkhardcore de corte muy inglés; Sedición propone en
éste, su quinto disco, una vez más un proyecto arriesgado al incluir letras más
introspectivas y un poco chamánicas, detalle que se va a acentuar más en su
sexto álbum: “Nada es sagrado”, más bañado de metalhardcore y con letras que
denotan el departir del Sapo hacia territorios de la literatura
chamano-filosófica como lo es la obra de Carlos Castaneda o algunos trabajos de
Leonardo Da Jandra.
Para 1998 Sedición dio casi treinta conciertos por todo
España, compartiendo escenario con grupos de la escena anarcopunk de la
Península Ibérica, algo que algunos no podían entender en México pues los
consideraban capitalistas, traidores. La banda no dio más, el Sapo terminó de
refugiarse, al día de hoy, en los vericuetos de la mente y se acabó una de las
bandas más fructíferas y positivas de la salvaje escena punk-hardcore. Desde
2009 Paquito rearmó el grupo con algunos nuevos integrantes y, por supuesto, el
Sapo Vengador al frente; al principio dieron emocionantes conciertos en el
centro del país y Guadalajara, pero esa energía se ha ido disolviendo, ahora
con nuevas (y al parecer las últimas) fechas en puerta tendrán el reto de no
ser una mala representación de lo que fueron, eso sí, nunca más la fuerza que
irradiaban desde el escenario Samuel, Paco, Paquito y el Sapo.
Psicodencia
Grupo capitalino aparecido aproximadamente en 1987 y con una
propuesta similar a la de Atoxxxico con tintes funk, sólo grabaron un EP en
siete pulgadas, incluyendo temas que fusionaban el “tupa-tupa” con elementos
pop, fueron finalistas de un famoso certamen de rock de la época: la Batalla de
las Bandas. Su trayectoria fue inconstante a partir de los noventa, pero a
mediados de esa década dieron algunos conciertos integrando influencias del
rock psicodélico, muy afortunado, pero sólo anecdótico, no hay grabaciones al
respecto.
Disolución Social
Es un grupo muy influyente en Monterrey. Después de una
cinta veloz y un tanto plana (“A la cárcel con Lombardo”) publicaron su álbum
en casete: “Nuestra imagen actual”, uno de los trabajos más frescos en México
al insertar matices de polka, pop, funk y otras tendencias. Las letras eran
críticas, positivas. Desafortunadamente salieron poco de Monterrey pero al día
de hoy, y después de más de veinticinco años, siguen tocando con la misma
alineación de los tres hermanos González, con muy buena salud y componiendo
nuevos temas para lo que quizá pueda ser su segundo disco. Gran banda.
Atheos
Una historia de auto-sabotaje. Los Atheos iniciaron en el
cuarto de ensayo de Sedición con un punk-hardcore que compartía similitudes con
los antes citados e incluso con Sin Razón Zoocial, es decir, pulido, enérgico,
cuestionador, inteligente. Así publicaron su cinta “Religiones podridas”,
incluyendo memorables temas como “Conciencia de clase”, “La ciudad se hunde” o
“Papamamadas”. Al paso del tiempo Manyu, su “rostro principal”, fue haciéndose
más popular en la escena por sus desmanes y su buena condición para el alcohol.
Salieron algunas veces a tocar por otras ciudades y para 1992 llegaron a tener
una alineación con la que su sonido era tan veloz y compacto como el de grupos
como Broken Bones, sin chistar, desafortunadamente no pudieron grabar en
estudio este periodo. Para 1993 cambiaron de nombre a Agénesis de Atheos,
incluyendo a Darío en la guitarra, quien imprimió influencias más experimentales
como el free jazz e incluso el ruidismo, además de invitar a diferentes
gritantes y realizar performances en vivo con todo tipo de seres extraños.
Entre cierta torpeza, limitantes en su ejecución, y al mismo tiempo, una
apreciable actitud de experimentación inexistente en otra banda punkhardcore
mexicana, los Atheos tuvieron un panorama abierto para consolidarse como un
grupo excepcional, sin embargo no estuvo entre sus planes. Jamás se han
separado y, como dicen, no claudicar es su batalla. Desde 2005 los he escuchado
con mayor solidez, aunque siempre depende del grado de alcohol que hayan
ingerido antes de tocar. Eso sí, algunas veces Miguelito (excelente baterista),
Darío y Manyu, confluyen en un diálogo aún fértil en la paupérrima escena
mexicana: una narrativa que resquebraja el tiempo y la consonancia, un
free-jazz / punk rock a la “Facultad de Filosofía y Letras de Guadalajara.”
Mientras más pase el tiempo, el mito de Sin Razón Zoocial
será mayor. Duraron muy poco, creo que sólo un par de años (1989 – 1990) y en
esa época muchos los tildaban de “fresas”, pero su trabajo bastó para alentar a
la escena punk-hardcore tapatía para incrementar el nivel de composición y
buscar un sonido propio, esto se notó directamente en la obra de Sedición, de Atheos
y posteriormente en grupos como Diluidos en el Sistema o Resistencia, lo
acepten o no. Con teclados new-wave, acordes limpios y voz muy a la
punk-española, el Pelos, el Felipunk, el Judas y Miguelito (Atheos) grabaron un
casete con sólo seis temas propios y un cover de La Polla Records, el cual se
insertó inmediatamente como una rareza generacional, incluso tocando un poco de
rock gótico en “Crucifixión”. Abrieron con poca fortuna para La Polla en el
LUCC y sólo tocaron en Guadalajara y, parece, Torreón. Inmediatamente mutaron a
Los Demonios de la Lengua con un sonido más electrónico, pero, ¿qué creen? Sí,
duró también un par de años. No hay ni un sólo grupo en México que suene
similar a Sin Razón Zoocial, de haber seguido pudieron haber derribado fronteras
de géneros y haberse asomado a otros escenarios.
Por todo esto, este puño de grupos hablan del punk-hardcore
mexicano, pero de aquel que rebasó sus propios límites para incluirse en la,
entonces, contracultura del país, y no sólo en el limitado espectro de la
escena purista y autodestructiva de los mohicanos y pelones. Una historia
errática.
Un, dos, tres, cuatro… ¡ya!